En España tenemos un deficiente sistema democrático incapaz de representar la voluntad real del pueblo. El sistema de partidos, la elaboración de listas cerradas, y los grupos de presión económica son las principales disfunciones que impiden al pueblo español sentirse representado en sus instituciones.
Ahora bien, lo mínimo que se puede pedir a los partidos políticos es coherencia con un sistema que ellos mismo han creado, y que hoy por hoy ellos mismos son los únicos en defender.