Recientemente
leí en una web una frase que no por cierta me resultó menos sorprendente “ser verde no es de rojos”. Efectivamente,
parece que la izquierda en el campo ecológico, al igual que en otros campos, se
ha apropiado de determinados conceptos y de determinadas sensibilidades con el
objeto de excluir a los demás de dicho debate.
No
obstante acertadamente el Papa Francisco nos plantea en su última encíclica
Laudato si retomar una conciencia ecológica que muchos teníamos olvidada.
Ahora
bien, como no podía ser de otro modo el Papa Francisco plantea un ecologismo
muy superior al ecologismo ideológico tan de moda; su superioridad encuentra su
razón de ser en dos claves: por un lado el ecologismo que nos plantea Francisco
es fruto de la concepción de la naturaleza como creación, creación que fue
realizada por Dios para el uso y conservación por parte del hombre. Y por otro
lado la clave que permite superar a otras concepciones ecológicas es que el
Papa nos plantea un ecologismo global, integral, coherente y multidisciplinar
al entender al hombre y a las creaciones humanas dentro de las corrientes
ecológicas.
Es
esta consideración global del ecologismo la que ha motivado el frío acogimiento
de la encíclica por parte de los sectores sociales y científicos que han
querido hacer de la ecología un instrumento en contra del hombre y de la
naturaleza humana. El Papa Francisco coherente con el magisterio pontificio
entiende al hombre como la pieza más importante de la creación y por ello nos
trasmite la idea de que cualquier ecologismo que excluya al hombre no es un auténtico
ecologismo.
En
Laudato si cualquier lector puede comprobar el profundo amor que el Papa tiene
para con los excluidos de la tierra, para con todos los descartados en una
sociedad consumista y utilitarista.
Francisco
al introducir al hombre en el centro del ecologismo se ve en la necesidad de
defender ante todo y sobre todo la vida humana desde el momento de la
concepción hasta el momento del fin natural de la vida misma. Esta concepción
no sólo ha de servir para oponerse a cualquier ideología de la muerte, sino que
ha de servirnos para defender la dignidad de toda la creación humana.
Tienen
que defenderse las diferentes culturas, las diferentes formas de vivir, los
diferentes entornos humanos, al igual que cualquier persona de buena voluntad tiene
que defender cualquier especio natural, cualquier habitad concreto, o cualquier
paisaje bello.
El
ecologismo humano también existe, y solo
desde su reconocimiento se puede luchar con coherencia intelectual por el resto
de ecologismos.
Pero
Laudato si también nos impele a los católicos a trabajar en el terreno social y
económica para proteger la creación divina. La crisis ecológica no es una
crisis aislada sino que esta perfectamente enlazada con la crisis moral y económica
en que vive instalada nuestra sociedad.
Es
imposible luchar contra la degradación del medio ambiente, si previamente no
luchamos contra la degradación del ser humano. El hombre ante todo es un ser social
y no un ser económica, la economía ha de estar al servicio del hombre y no el
hombre al servicio de la economía. Cualquier doctrina social que pretenda
replicar sin más las doctrinas económicas no es una verdadera doctrina social
de liberación. Nuestra sociedad ha hecho del consumismo una forma de vida en la
que la dignidad del ser humano queda reducida a su capacidad de posesión, a su
capacidad de consumo. Ya nos recordaba nuestro San Juan Pablo II que los
cristinas deberíamos esforzarnos en la cultura del ser y no en la cultura del
tener.
La
sociedad actual se construye desde concepciones económicas incompatibles con el
respeto al ser humano y a la naturaleza misma. La cultura de la maximización,
del aumento continuo de la productividad con la exclusión de todo aquel que
poco o nada puede aportar a dicha productividad, la cultura del usar y tirar,
la cultura del descarte, no es compatible con una cultura verdaderamente
ecológica.
El
Papa Francisco nos impulsa a cambiar nuestra forma de vida para conservar el
medio ambiente, nos impulsa a tener en consideración que cualquier decisión
económica es ante todo una decisión moral, nos recuerda que nuestros actos como
consumidores no son neutrales en la preservación de la naturaleza.
Francisco
no defiende nada que no haya defendido la Iglesia en su larga historia: la
dignificación del hombre, de sus logros sociales, y la dignificación de la
creación divina son los únicos caminos que se pueden recorrer para llevar al
ser humano a la felicidad plena.
Ya
Juan Pablo II nos recordaba que tan enemigo del género humano era el comunismo
como el capitalismo desenfrenado, que ambos compartían una concepción
materialista de la historia incompatible con la naturaleza espiritual del
hombre.
Laudato
si está llamada a ser el manual de conducta para cualquier católico coherente
con su fe, por ello el Papa Francisco es claro al referir que para conseguir
cualquier cambio social es necesario conseguir previamente un cambio personal.
De nada nos servirá luchar por el respeto a la naturaleza y el respeto al ser
humano, si previamente no realizamos una seria reflexión personal que nos lleve
a cambiar nuestra forma de actuar social.
Los
cristianos sin renunciar a todos los avances técnicos y científicos que nos
pueden hacer la vida más sencilla tenemos que discernir que avances suponen una
mayor libertad y que avances nos suponen una mayor esclavitud.
La
apuesta es arriesgada, pues en dicha apuesta el hombre actual se juega su
propia pervivencia, y se juega legar a sus hijos un mundo mejor que el que
heredamos de nuestros padres.
Francisco
nos recuerda que nosotros no somos propietarios de la naturaleza, que somos
simples depositarios que no sólo hemos de cuidar por su conservación, sino que
hemos de trabajar para su amejoramiento. Por ello nuestro vínculo jurídico
tanto con la naturaleza como con las creaciones sociales (la cultura, el arte,
el pensamiento …) no es la de señores, sino la de administradores que tendrán
que rendir cuentas antes o después.
Datos del libro:
Título: Laudato si
Autor: Francisco
Editorial: Romana Editorial (www.romana-editorial.com), Madrid, 2015
Páginas: 191
PVP: 8,00 euros
ISBN: 978-84-15980-37-7
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