Este semana el consistorio presidido por la superabuela Carmena nos vuelve a sorprender con sus propuestas contradictorias fruto de una mente errática o de una improvisación preocupante.
A principios de semana el Ayuntamiento prometía que en el 2016 tomaría el control total de los tanatorios y los cementerios (ya estamos acostumbrados a la afición necrófila de la izquierda universal); según los cualificados portavoces del gobierno municipal este cambio en el modelo de gestión (de gestión semiprivada a gestión pública) se debe al deseo de mejorar la sostenibilidad y eficiencia en la gestión de los servicios funerarios.
Hasta aquí poco tendríamos que decir sin conocer más a fondo la propuesta global del Ayuntamiento, y sin saber si efectivamente el actual consistorio está suficientemente capacitado para la gestión y administración de los servicios funerarios madrileños. Por otro lado poco nos puede sorprender esta noticia en un Ayuntamiento liderado por aquellos que pretenden desterrar la iniciativa privada del solar patrio, y poco nos puede sorprender que los comunistas sospechen de la gestión privada y apuesten por la gestión pública, pues al fin y al cabo los últimos 40 años de la historia española nos han demostrado que desde los gobiernos locales y regionales no se practica la corrupción ya que este vicio solo es predicable de las empresas privadas y de los desaforados ciudadanos.